Descripción

Ernesto toma el legado familiar y lo conduce con certificaciones Q y procesos finos. Tradición y precisión en una taza consistente y memorable.

El terreno donde hoy operan Finca La Perla y Finca Fátima no solo se heredó en hectáreas: se heredó en saberes de campo. Generación tras generación, la familia cultivó café con la paciencia de quien entiende el ritmo de la montaña. Ernesto, cuarta generación, recibió ese legado y vio algo más: la posibilidad de elevarlo a café de especialidad.

La decisión entre cumbres

Mientras muchos veían al café como un cultivo más, Ernesto eligió un camino exigente: calidad, innovación y perfil de taza. No fue de un día para otro. Entre lluvias impredecibles, caminos difíciles y cosechas que piden precisión, decidió escuchar a la fruta y refinar cada proceso hasta que el origen hablara claro.

El oficio hecho ciencia

Para honrar esa visión, Ernesto se preparó y profesionalizó: se certificó como Q Grader y alcanzó Q Processing Professional (Nivel 2). Con esa base, su finca dejó de ser un simple cafetal para convertirse en un laboratorio de sabor, trazabilidad y altitud: fermentaciones con criterio, secados atentos al clima, curvas de tueste que respetan y realzan lo que la montaña escribe en cada grano.

¿Por qué elegir este café?

• Historia viva de cuatro generaciones con visión actual de especialidad.

• Producción de montaña: rigor, selección y estructura en taza.